La ola japonesa: el legado de la revista «Provoke» Parte 1
La revista japonesa Provoke generó un movimiento fotográfico en Japón que se extendió por todo el mundo y que persiste hoy, 50 años después.
Con apenas tres número publicados y un tiraje más bien corto, inferior a los mil ejemplares, la revista Provoke fue, a un tiempo, culmen y génesis en la fotografía japonesa actual. A casi 50 años de su aparición / desaparición el estilo contrastado con sombras profundas empastadas, encuadre suelto, geometrías caídas y grasosas escenas callejeras sigue vigente, lo mismo en las redes sociales como entre fotógrafos tanto consagrados como emergentes.
La influencia de Provoke ha trascendido el tiempo y el espacio para difundirse en los cinco continentes incluso en el nuevo milenio.
¿Qué provocó un fenómeno de tal potencia? ¿Qué legado nos dejó? ¿Cómo lograron sus integrantes, en tan poco tiempo, provocar una revolución visual de este tamaño?
Para responder a estas preguntas, primero resulta esencial recordar que Japón había sufrido el colapso de Hiroshima y Nagasaki. Era una nación derruida y en reconstrucción. Del realismo fotográfico abanderado por Ken Domon se pasó a una etapa de Fotografía Subjetiva muy breve para dar paso a un momento muy importante en la fotografía japonesa: el colectivo Vivo. la etapa que vivía Japón tras la II Guerra Mundial, su transformación social y el trabajo de los fotógrafos que, hacia 1957, buscaban una nueva manera de expresar visualmente las angustias y retos que enfrentaban.
La identidad seguía siendo un problema a resolver en aquella nación. Al principio la pregunta era ¿Qué es Japón? Pero hacia 1960 cambió a ¿Dónde cabemos en este Japón nuevo? Esa nueva interrogante se la harían los estudiantes cuya desazón e inquietud culminarían en los disturbios juveniles de 1968 en la tierra del sol naciente.
Japón ‘68
En la mente occidental, el Japón de los sesentas está plagado de imágenes con marcas comerciales tales como Datsun, Olympus o Sony. Sin embargo, el final de la década de 1960 estaba marcado en aquella nación para una profunda crisis, particularmente entre los jóvenes.
La ocupación estadounidense duró desde el final de la II Guerra Mundial hasta 1952, y podría decirse que el siguiente gran salto en la sociedad y la economía japonesa estuvo marcada por la olimpiada de Tokio 1964.
Comenzaba una nueva era marcada por la construcción de parques y avenidas, infraestructura nunca antes vista y la instalación del Shinkansen, el tren bala que unía las ciudades de Osaka y Tokio. Sin embargo, el tren más rápido del mundo simbolizaba a la propia sociedad japonesa: y con esa tremenda velocidad, también aparecieron miedo y zozobra. Tan solo cuatro años después, los estudiantes protestarían en las calles, desencantados y alienados con la nueva prosperidad, inmersos en un conflicto provocado por el choque cultural entre el Japón tradicional frente a un occidente industrializado, consumista y derrochador que se había incrustado en la isla del Sol Naciente.
Sin que nadie pudiera anticiparlo, la bonanza económica que había convertido a Japón en la tercera potencia económica mundial tomó por sorpresa a su propia sociedad. El auge provocó el colapso de las estructuras tradicionales, lo que generó una sensación de desarraigo y desesperanza en la juventud.
Tensión política en Japón a finales de los sesenta
El clima político y social provocó que los jóvenes salieran a las calles y protestaran en mas
a. El conflicto escaló, hasta que las manifestaciones de 1967, 1968 y 1968 provocaron un cierre nacional de universidades.
Todo parece apuntar que las revueltas estudiantiles pueden interpretarse como una especie de respuesta colectiva al acelerado crecimiento económico.
Este momento histórico requería, urgentemente, de nuevas formas de expresión, nuevas ideas y un nuevo idioma para expresar sus propios inquietudes. Los fotógrafos encontrarían en sus cámaras un medio inigualable para realizar estas búsquedas iniciadas por los miembros del colectivo fotográfico Vivo.
Todas este contexto hizo que en noviembre de 1968 apareciera un crisol visual de estas inquietudes sociales: la revista Provoke.
Nace la revista Provoke
Provoke (プロヴォーク Purovōku) fue una revista experimental fundada por los fotógrafos Yutaka Takanashi y Takuma Nakahira junato al crítico Koji Taki y el escritor Takahiko Okada. El subtítulo de la publicación era Shisō no tame no chōhatsuteki shiryō 思想のための挑発的資料 que puede traducirse como Material provocativo para el pensamiento.
El manifiesto Provoke
Muy al estilo del modernismo europeo de la primera mitad del siglo XX, la nueva vanguardia japonesa emitió, un poco trasnochadamente, su propio manifiesto que apareció en el primer número y donde se postulaba que la fotografía era el medio capaz de mostrar la realidad a través de documentos que provocaran la reflexión y una base ideológico. Los cuatro fundadores fueron muy claros:
“Hoy, cuando las palabras parecen haber perdido todo sustento y estar suspendidas en el aire, el ojo del fotógrafo captura fragmentos de realidad que no pueden ser expresados con el lenguaje como lo conocemos. El fotógrafo puede ofrecer imágenes como documentos paralelos al idioma y la ideología. Por eso, temerario cual pudiera sonar, el subtítulo de Provoke es «documentos provocativos para la reflexión».”
Provoke fue concebida en dos planos: el fotográfico, pero también el político. Aún siendo una publicación centralmente fotográfica, también tenía una función filosófica y política.
Dice Takuma Nakahira que “¿Cómo puede cerrarse la brecha entre la política y el arte? Ambos son un problema nuevo y viejo a la vez […] Mi posición es aceptar la contradicción entre los temas políticos y el acto creativo, al tiempo que se trata de vivir con la tensión entre ellos. Esa es mi postura personal, y me gustaría operar en una forma dualista, mediante la un participación política activa al tiempo de realizar fotografías.»