La ola japonesa: el legado de la revista «Provoke» Parte 3
Provoke: fotografía, arte y diseminación
Ahora bien, la apuesta de Provoke era radical, pues también cuestionaba, deliberadamente, la noción de fotografía como arte.No hay que olvidar que la fotografía había tenido en Japón usos ligados al documental, la propaganda, la mercadotecnia e incluso el arte. Por eso Kaneko Ryuichi explica que la fotografía en Provoke buscaba entenderse lejos de lo comercial, lo periodístico e incluso lo artístico.
Por otro lado, es importante recordar que la concepción del arte en Japón se origina en una tradición cultural y estética completamente diferente a la de Occidente. Mientras que en Occidente el arte ha estado históricamente ligado a ideas de belleza, mimesis y expresiones individuales, en Japón se ha desarrollado con influencias profundamente arraigadas en el budismo, el sintoísmo y otras prácticas filosóficas y religiosas. Estas influencias han dado lugar a una apreciación del arte que valora la imperfección, la transitoriedad y la integración con la naturaleza, aspectos que difieren significativamente de los cánones occidentales. Por tanto, cualquier análisis del arte japonés debe tener en cuenta estas diferencias fundamentales para evitar interpretaciones erróneas o reduccionistas. En tal sentido, tal vez podríamos afirmar que no se trataba de una postura contraria al arte, sino más bien a tratar de comprender que la fotografía tiene sus propios valores, significados, símbolos. Desde el punto de vista semiótico, más que solo un arte, la fotografía resultaba desde Provoke un auténtico sistema de signos con características propias que no requería de echar mano de las palabras para generar sentidos.
Además, la estética de Provoke también tomaba conciencia de la fotografía como objeto y encontraba una particular fascinación tanto en el aspecto físico de la cosa como en su diseminación / distribución.
Resulta muy interesante, en ese sentido, que los fotógrafos de Provoke se adelantaron casi 50 años a la reflexión actual de artistas post-fotográficos como Joachim Schmid o Michael Wolf. Habría que pensar que actualmente en el proceso fotográfico, no solo son cruciales las etapas de producción de la imagen, que es principalmente lo que se enseña en los cursos de fotografía, sino también lo que sucede con la fotografía después de ser creada. Es fundamental considerar a dónde se dirige y cómo se distribuye y circula.
Este interés por la diseminación, la circulación de la fotografías, ya interesaba a los fotógrafos nipones desde mediados de la década de 1950. Existe en Japón una gran tradición e interés por la distribución de la fotografía en formatos impresos en libros o revista. Por ejemplo para fotógrafos como Daido Moriyama o Nabuyoshi Araki la fascinación por la imagen fotográfica nunca estuvo relacionada con la exhibición, la fama o las críticas positivas, sino con su aparición en la página impresa, su reproducción y su difusión.
La facilidad de producción y consumo de la revistas también formaba parte de la estrategia de reflexión de Provoke entendida como un todo, no simplemente un conjunto de fotografías, sino un objeto cuyo contenido (las fotos), continente (la página impresa) y distribución (la revista y su canal de circulación) servían al unísono al objetivo primordial de provocar la reflexión.
El tiraje de Provoke era más bien corto: apenas un millar de ejemplares. La impresión era cruda y esto también le dotaba de su propia estética. “Provoke había sido creada para excitar la mente, para crear un nuevo diálogo fotográfico inmediato entre el espectador y el artista en el que se eliminaban los papeles de voyeur y exhibicionista.”
El molde de la revista tenía, además, otras razones de ser poderosas: Detrás de este formato impreso también podemos encontrar una cultura de consumo, una parte de la naturaleza fotográfica alejada de la pieza artística irrepetible: La fotografía como copia era un concepto que tanto Moriyama como Araki exacerbaron al realizar libros mediante máquinas Xerox. En tal sentido, los conceptos de Walter Benjamin vertidos en su clásico texto La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica cobraban plena actualización.
El formato de revista ofrecía a los lectores la posibilidad de entender la fotografía más allá de una belleza superficial o un valor comercial. Provoke presentaba las fotografías más como un diario, como una bitácora, que como los cromos de una exposición de arte. Para su tercer número, la revista exacerbaba la idea de la imagen como cosa mediante la impresión en un papel más grueso y burdo porque se buscaba hacer eco de las reflexiones de Walter Benjamin y subrayar esa característica peculiar de la fotografía que cuestiona el valor de la obra de arte única e irrepetible.
Los fotógrafos de Provoke
Independientemente del continente que significó Provoke, vale la pena profundizar un poco en el contenido hecho por los fotógrafos Takuma Nakahira, Yutaka Takanashi y Daido Moriyama.
Estos tres autores fueron niños que crecieron en un Japón confuso y confundido que trataba de adaptarse a una nueva realidad. Son miembros de una nueva generación. A un tiempo eran amigos y rivales, pero esta sana competencia favoreció un entorno realmente creativo que explica tanto la influencia duradera como la popularidad de su obra.
Takuma Nakahira
Takuma Nakahira nació en Tokio en 1938. Se graduó con un título universitario en idiomas extranjeros, especializado en nuestra lengua española.
Curiosamente Nakahira tuvo una primera carrera como escritor, crítico y activista política. No es extraño que acabara fundando una revista. En buena medida era el líder político y el portavoz de Provoke.
Sus numerosos escritos examinan cómo la fotografía puede cuestionar los cambiantes contornos de la sociedad japonesa de la posguerra.
Nakahira comenzó como editor de la revista Gendai no Me 現代の目 (Ojo Contemporáneo), publicación de tinte cultural con tendencia izquierdista. Es por aquellos tiempos que comienza su trabajo fotográfico.
En 1965 el fotógrafo Shomei Tomatsu lo invita a organizar la exposición 100 años de fotografía: La historia de la Expresión Fotografíca por los japoneses que fue la mayor exposición sobre la historia de la fotografía en Japón.
Takuma adoptó pronto un estilo que se convertiría en el molde de Provoke: grano reventado, barridos realizados a propósito. Nakahira se distancia del realismo social característico de la fotografía japonesa y añade a su obra elementos expresivos y de incertidumbre.
Las imágenes borrosas de Nakahira no representan un mero rechazo a las convenciones fotográficas, sino que son un esfuerzo deliberado por mostrar el inconsciente, intentando plasmar visualmente las ideas que tiene en mente.
En las propias páginas de Provoke, Koji Taki escribió: “Nakahira basa su fotografía en el acto de ver y tratar de capturar rebanadas de realidad cortadas con una cámara.”
El trabajo de Nakahira llegó a un nuevo nivel en su libro titulado A language to come:








En 1971 Takuma Nakahira participó en la Bienal de París. Sin embargo, pronto se desencantó de todo lo que rodeaba a este evento artístico y decidió realizar un hecho artístico, una pieza performática en la que el fotógrafo salió a la calle a realizar fotografías del París que estaba viviendo y experimentando en aquel momento. Hacía las fotografías y las revelaba el mismo día: las ampliaba para colocarlas en exposición pública a veces todavía húmedas. Nakahira tituló a este hecho performático Circulation.



